La alimentación, la actividad física y demás hábitos de vida nos determinan en muchos aspectos. Tarde o temprano nadie se salva, por más buena genética de la que goce, de las consecuencias de sus elecciones al respecto. Sin embargo, son muchas las personas que carecen de información o están mal informadas al respecto, siendo aún más difícil para ellos. Por eso, hoy los invito a dejar las beauty reviews de lado por un rato y acompañarme a derribar esos mitos y compartir con ustedes lo poco o mucho, ustedes dirán, que he aprendido al respecto.
Mi experiencia con mi propio peso
No lo voy a negar. Como la gran mayoría de las mujeres, varias veces me he planteado el tema de mi peso. Debo admitir que mi altura nunca ayudó. Hoy en día, midiendo 1.73 m, sé que no puedo comparar mi peso con la generalidad de mis amigas o compañeras. Es lógica: por un tema de altura siempre voy a pesar más que la media. Sin embargo cuando era más chica no lo veía tan claramente. Y como todo el asunto me parecía de lo más molesto, no le di importancia durante casi toda mi adolescencia. "¿Balanza? ¿Qué es eso?". Yo me sentía cómoda con mi estado físico, así que ni me molestaba en pesarme.
Pero eventualmente, luego de haber dejado de hacer deporte por un tema de horarios y al terminar almorzando todos los días en la escuela, aumenté de peso. Con 17 años recién cumplidos y sin idea de cómo comer sano (sabía que la revista 'ParaTeens' no podía servirme de guía de salud) decidí ir a la nutricionista y en unos 6-7 meses, con dieta y ejercicio, bajé los 5 kilos que (creo) había subido. Lo relevante sin embargo no fueron los kilos bajados, sino lo que aprendí de mis visitas a la nutricionista. Cuestiones que hoy en día me parecen obvias, pero que en ese momento fueron enseñanzas magistrales, y que compartiré más adelante con ustedes. Me inscribí en un gimnasio y en clases de danza, haciendo ejercicio de forma regular. Fue entonces que aprendí (también gracias a la nutricionista) que el peso no está directamente relacionado con la masa. Uno puede haber bajado varias tallas y no haber bajado tantos kilos. Varios factores como el peso de los huesos, la masa muscular, la retención de líquidos, etc influyen en el peso, no todo es grasa. Justamente, yendo al gimnasio casi a diario me di cuenta que la ropa me quedaba más grande y sin embargo la balanza casi ni variaba.
Todo parecía estable: había aprendido cómo vivir saludablemente.
Hasta que llegó la universidad...y vivir sola (o al menos sin mis padres).
La falta de un horario de comidas y la libertad de hacer cosas como cenar en el desayuno o tener 3 desayunos al día (siendo fanática de los dulces, el segundo se daba con frecuencia) me llevaron a aumentar 8 kilos en tan sólo 5 meses. Sí, en serio. La vida universitaria puede hacer estragos si uno no se cuida. Luego de las vacaciones de invierno decidí volver a mi peso habitual. Al gimnasio, sin embargo, nunca regresé: los gimnasios de La Plata (la ciudad donde resido actualmente) nunca me gustaron, nunca me sentí realmente cómoda en ninguno. Decidí entonces hacer gimnasia en mi casa: me compré las mancuernas, la pelota, las bandas para estirar. Y en más o menos 7 meses bajé 5 kilos. Los 3 restantes, decidí olvidarlos. Después de todo me sentía cómoda con mi peso.
Me mantuve más o menos igual hasta que en 2012 me separé de mi novio de hace año y medio, con el cual tenía una relación a larga distancia (*inserte violín melancólico aquí*). Caí, como varias, en la 'gula emocional', y aunque fue de modo paulatino terminé subiendo aquellos 5 kilos que casi 2 años antes había bajado.
Casi inmediatamente después, viajé a Japón, y mi afán por probar todas las deliciosas comidas japonesas me llevaron a subir casi 4 kilos en 2 meses. Es decir, que estaba en el peso más alto que había tenido nunca, a 12 kilos de lo que solía pesar en la secundaria. De todas formas, de esos 4 kilos jamás me voy a arrepentir. Disfruté, conocí y degusté todas las comidas que tenía ganas de probar, consciente de que no iba a volver a probarlas, al menos durante un tiempo. Hay que disfrutar la vida de vez en cuando, no todo es números y kilos ;)
Luego del viaje y al volver a la rutina universitaria, me propuse una meta un tanto audaz: bajar esos 12 kilos y volver a mi peso de la secundaria. Lamentablemente, ese año mis esfuerzos no rindieron tanto fruto como en otras oportunidades. En 10 meses bajé menos de 3 kilos. Varios factores influyeron: temas emocionales, estrés por la universidad y sobre todo, vivir casi medio año con un compañero de cuarto que comía de todo y no engordaba un gramo (cómo lo envidio! jaja). Pero en el fondo sabía cuál era el principal problema: falta de motivación y de constancia.
Lejos de frustrarme y darme por vencida, decidí buscar consejos en la web y fue así que terminé en el blog de Wengie, una blogger australiana. En un post hablaba de varios consejos para bajar de peso y entre ellos sugería una página: My Fitness Pal. Despertó mi interés y decidí probarla. Sinceramente la primera vez fue un fracaso. Se me olvidaba con frecuencia anotar lo que había comido y al cabo de una semana dejé de usarla.
Pero antes de entrar en detalles sobre las apps, que lo dejaré para lo último, pasemos a algunos consejos básicos.
Consejos a tener en cuenta antes de emprender el camino hacia una vida más saludable
- Olvidáte de la palabra 'dieta': el primero y quizás el más importante de todos los consejos. ¿Con esto quiero decir que uno puede comer lo que quiera y listo? No, para nada. Lo que sucede es que la palabra 'dieta' la asociamos con un período de sacrificio para lograr un objetivo (bajar X cantidad de kilos). Por lo cual, con solo mencionarla ya nos desalentamos y proponemos posponerla para 'el próximo lunes', o 'después de X evento', etc. Si finalmente nos ponemos las pilas terminamos, en nuestro afán de llegar a la meta en el menor tiempo posible, haciendo cosas no tan saludables y que nos pueden terminar perjudicando. Para colmo, si llegamos a cumplir con nuestro objetivo, una vez bajados los kilos nos 'relajamos' y suelen volver tan o más rápido de lo que los bajamos.
No son dietas las que tenemos que hacer, sino cambios permanentes en nuestra vida. No me refiero a que tengamos que vivir a lechuga, sino a pequeños cambios en nuestros hábitos que marcan diferencias importantes.
- No es una carrera: muchas 'dietas milagrosas' que salen en revistas prometen bajar 2 kilos por semana u 8 kilos en un mes. Mi consejo: tiralas a la basura. Esas dietas son demasiado bajas en calorías, no dandole una adecuada nutrición al cuerpo y generando por ende, el famoso efecto rebote, haciendo que subas tan rápido como perdiste todos esos kilos o incluso ganando algunos de más. Como decíamos antes, la palabra 'dieta' debe ser erradicada de nuestro vocabulario. No nos estamos sometiendo por un determinado tiempo a un sacrificio insalubre, sino que vamos a hacer cambios permanentes poco a poco, y para eso tenemos toda la vida, no? ¿Cuál es el apuro?
- Nuestro cuerpo es 'costumbrista': nuestro cuerpo es aún más perezoso que nosotros y no le gustan los cambios, por lo que se toma un tiempo en reaccionar. Claro está, esto varía según el metabolismo de cada uno, pero lo que quiero decir es que no te desesperes si la balanza no muestra cambios de una semana a otra aunque hayas comido lo más saludable posible y hayas ejercitado a diario. El cuerpo suele 'estancarse' en un peso si se lo mantuvo por mucho tiempo y se toma su tiempo en seguir el ritmo, si uno es constante verá los cambios eventualmente.
- No te obsesiones con la balanza: muy relacionado con el punto anterior. Los cambios no se reflejan de forma automática y obsesionarte por los números termina perjudicandote. Además, como les comentaba antes, no siempre no bajar en kilos significa que no bajes en tallas. Por lo tanto es recomendable que además de pesarte, tomés por costumbre tomar tus medidas una vez cada mes o dos meses, para que puedas medir esos cambios que la balanza no muestra.
Para empezar, el peso del cuerpo varía a lo largo del día debido a la retención de líquidos, la linfa, etc. Por lo tanto es recomendable pesarse siempre a la misma hora del día y como mucho, una vez a la semana. También trata de usar ropa similar para que no varíe tanto el peso. En mi caso, me peso todos los miércoles a la mañana en pijama, así me aseguro de que no varie el peso por la ropa que use ese día. - Date un gusto de vez en cuando: fijarte tal o cual alimento como 'prohibido' va a llevar a que termines dandote un atracón de eso eventualmente. No hay necesidad de fijar un menú rígido e invariable. Concedete el antojo, pero con límites. ¿Tenés ganas de comer chocolate? Pues comprate un cuadradito de marroc (y no la tableta gigante de Cofler).
En mi caso, varias veces he ido a la panadería a comprar una o dos facturas, o a pedir $10 en chipa. Lo suficiente para sacarme el antojo, pero sin hacer desastres en mi alimentación. - No te compares con los demás: quizás una de las más difíciles, especialmente para las mujeres. Como comentaba al principio del post, a mi me tomó varios años entender que con mi altura no podía comparar mi peso con el de mis compañeras, que siempre suelen ser más bajas que yo. Si a eso le sumamos otros factores como el ancho y peso de nuestros huesos, la retención de líquidos que tenga cada uno, etc. nos damos cuenta que cada persona es un mundo y que tu peso ideal es en el cual te sientas más cómoda. Mientras el peso entre el 18 y el 25% del Indice de Masa Corporal (IMC), cualquier número en el que te sientas mejor está bien.
- Proponete llevar una vida más sana y no específicamente ser 'flaca': cada uno tendrá sus propios motivos para cambiar sus hábitos de vida, pero te aseguro que lo primero (llevar a una vida más sana) llevará eventualmente a lo segundo (bajar de peso), pero no necesariamente se da lo mismo a la inversa.
- Hace los cambios de manera paulatina: seguramente en un momento de inspiración te propongas salir a correr 2km por día, hacer 200 abdominales diarios, comer no más de 1200 kcal y tomar 2.5L de agua diarios. Baja un cambio. Los cambios deben hacerse de a poco, sino lo más probable es que tan rápido como los 'incorporemos' también vamos a abandonarlos. Proponete sumar un pequeño cambio cada semana: no de 0 a 2.5L de agua de un día para el otro, sino un vaso al despertar, otro antes de ir a dormir, luego uno con cada comida y así de a poco llegarás a la cantidad ideal.
- Dale el cuerpo su merecido descanso: la falta de sueño puede afectar nuestra salud en una inmensidad de cuestiones. No sólo lleva al aumento de peso, sino también aumenta la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco, afecta a nuestra capacidad intelectual, perjudica nuestra piel y muchísimas consecuencias más. Personalmente me declaro culpable de no cumplir con mi propio consejo, pero estoy esforzándome por lograr el cambio. Tratemos todos de dormir un mínimo de 7-8 hs por día!
Después de esta introducción, voy a pasar en los próximos posts a hablar puntualmente de la alimentación, el ejercicio y por último, algunas apps y páginas útiles para un mejor estilo de vida.
Muchas gracias por leer ♥
V.
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